Archivo mensual: julio 2016

No me des follow, dame amistad

Hace unas semanas, alguien le echó en cara a una amiga mía que yo hubiera dejado de seguirle en algunas redes sociales. Por Whatsapp. Eran las 8:23 de la mañana.

Esa noche había estado trabajando hasta las 2, así que me costó unos segundos más de lo habitual asimilar la «noticia», pero tras el shock inicial no pude hacer otra cosa que preguntarme: ¿Es que nos hemos vuelto locos? ¿Qué hace que alguien con un doctorado, una persona madura y profesional, envíe un mensaje así? ¿De verdad tenía intención de molestarme, utilizando para ello a una amiga mía?

Lógicamente, me lo tomé a coña. Me entretuve haciendo una infografía con las principales razones de que te hagan unfollow para reírme un rato, y ahí quedó la cosa, sin malos rollos ni nada.

image

Pero conforme pasaban los días, cada vez me entristecía más pensar que para muchas personas lo que pasa a través de las redes tiene una importancia real. Ojo, que me gano el pan con esto, pero hasta yo sé que hay vida más allá. De hecho, LA VIDA está más allá. Las redes sociales son geniales, de verdad, pero no os podéis tomar a pecho todo lo que veáis/leáis en ellas, porque el césped del vecino siempre será más verde, y dejaréis pasar sin prestar atención las cosas reales que os están ocurriendo. Si queréis leer más, ya escribí sobre esto aquí, pero el tema que me ocupa hoy es otro, y creo que, aunque os va a caer como un jarro de agua fría, vais a comprender la importancia de desconectar un rato.

El otro día me comentaba un amigo que un montón de amigos suyos estaban haciendo el viaje de sus sueños, cruzando EEUU, y que se moría de envidia al ver las fotos. Me di cuenta de que arrastraba cierto cabreo al verse excluído del «grupo de amigos». Casualidades de la vida, sé de  tres grupos que lo están haciendo ahora mismo y mi Facebook está repleto de luciérnagas, sombreros de vaquero, bares de carretera y lagos, igual que imagino que lo estará el suyo, y le entiendo.

Entonces le hablé de mi no-Camino-de-Santiago y de la función que implantó Facebook hace unos meses para rememorar tal día como hoy de otros años. Menos mal que Facebook me recuerda mis recuerdos, porque si no, no sé qué sería de mí. Gracias a Mark Zuckerberg me he leído a mí misma a través de cuatro años preguntando si alguien iba a hacer el Camino de Santiago. Normalmente no tengo reparos en viajar sola cuando me empeño mucho en un destino, pero el Camino me tira para atrás, así que aún no lo he hecho. Sin embargo, me consta que muchos de mis amigos de Facebook sí. Sin mí. He visto las fotos. ¿Y eso? ¿Es que no me quieren?

Os aseguro que soy muy sociable (y social), tengo muchos y muy buenos amigos, y un montón de familia. ELLOS no lo han hecho. Y precisamente ahí es donde quiero llegar. Vuestros amigos de Facebook (y del resto de redes) NO son vuestros amigos. Están ahí, os dáis al me gusta de vez en cuando, e incluso intercambiáis comentarios llenos de emojis (porque en realidad no sabéis qué decirles ni cómo).

Son esa gente con la que no cruzaríais una palabra si no hubiera un vídeo de gatos de por medio, esa gente a la que escribís jajaja (o ja ja ja, según el gusto) mientras estáis súper serios, con cara de asesino en serie. Esa gente que ha tenido el valor de irse de viaje sin vosotros (¡!) porque ni siquiera pasásteis por su mente al planearlo.

Así que prestad un poquito más de atención a quienes os hagan reír a carcajadas y os mantengan hablando hasta que no os quede saliva, y atesorad esos momentos en vuestra mente, más que en vuestro teléfono. No dejéis que Facebook os diga qué recuerdos debéis tener.

2 comentarios

Archivado bajo Reflexiones, Uncategorized