Archivo mensual: enero 2016

¡Todo va a ir bien!

Recientemente (hace una hora, vamos), he migrado mi viejo blog a wordpress. Sinceramente, creo que blogger está más que perdido, y no me gustaría perder de vista el resultado de todas aquellas horas que me pasé delante de la pantalla de mi ordenador buscando respuestas.

No voy a releerlo, pues eso sería una locura aún mayor que dejar que se perdiera, pero creo que sí me puede venir bien tenerlo ahí, a mano. Sólo por si las moscas algún día se me olvida quién soy.

Picoteando un poco aquí y un poco allá, descubro una versión de mí misma que hacía verdaderos esfuerzos por conservar las experiencias, por duras y deprimentes que fueran (¡que lo eran!). Una versión de mí misma despresiva, deprimente y quejica, pero también luchadora, insistente y tremendamente optimista. Una versión de mí misma preocupada por un futuro incierto, que empezaba a sentir las dentelladas de la crisis en su propia carne, y sobre todo en su amor propio.

La que vive en esas líneas es alguien que mientras crece va descubriendo que los pilares en los que basaba todo su sistema de valores empiezan a tambalearse. Que los lazos familiares no eran tan fuertes como le habían contado, que el futuro que le habían prometido tal vez no existiera, que el hecho de haber estudiado podía cerrar más puertas de las que abría…

También es alguien con ansias de viajar, de ver mundo; alguien capaz de escribir una aventura de cuatro capítulos de un simple viaje de dos días a 500km de su casa. Alguien que me habría mirado mal por llamar «simple» a ese pedazo de viaje en solitario por carretera, bordeando acantilados del Mediterráneo y viendo a lo lejos montañas nevadas, para hacer su primera presentación en público y conocer a los autores de los libros que estudia.

d14d0-oz

Recuerdo que cuando empecé a escribir el blog una de las cosas que más me gustaban eran los comentarios; era como si el típico diario que todo el mundo ha tenido a los 13 años pudiera contestarte, aconsejarte y darte un valioso feed-back. Para hacerlo perfecto sólo le faltaría que mi yo de ahora pudiera contestarle a través del tiempo a mi yo de hace 10 años. Entonces le diría que no tuviera miedo, porque aunque los pilares se tambaleen, los cimientos aguantan. Le diría que los lazos familiares sobreviven a todo, solo que de diferente forma a como ella pensaba. Que todos esos años de «paro» iban a ser de todo menos «parados», y que le iban a dar la oportunidad de probar muchos trabajos diferentes, profesiones diferentes, y conocer a gente fantástica a la que no hubiera conocido de otra forma. Le diría que iba a subir a la Torre Eiffel. Dos veces. Le diría que al final encontraría trabajo gracias a Twitter, y que el mes que viene pagará su primer recibo de luz y agua. También le podría decir que haría llamadas desde su reloj, o que tendría Netflix en la tele. Pero esto (¡bendita mía!) le daría exactamente igual.

2 comentarios

Archivado bajo futuro