Durante años he leído un montón de cosas interesantes sobre Casablanca (Michael Curtiz, 1942). De hecho, seguramente sea una de las películas sobre las que más se ha escrito, así que sería absurdo que volviera a repetir una vez más lo que todo el mundo ha dicho ya cientos de veces. En cambio, sí que puedo utilizarla para inaugurar una serie de posts titulada «Cinco cosas que aprendí de…», y que espero que me tenga entretenida un tiempo.
1.La Marsellesa es el mejor himno nacional que hay.
He visto Casablanca al menos cuatro veces, y todas y cada una de ella se me han puesto los pelos como escarpias en la escena en la que los nazis están cantando y tocando el piano de Sam, y los franceses se levantan y, todos a una, comienzan a cantar La Marsellesa.
Tengo que admitir que, siendo alguien que se ha criado viendo series y películas norteamericanas, el Star Spangled Banner, el himno de los Estados Unidos de América (“que representa una nación indivisible, con libertad y justicia para todos”), también me cala hondo, pero no tiene la grandiosidad de La Marseillaise. Además, que lo utilicen para hacer frente a un grupo de nazis da muchos puntos.
2. El tiempo pasará.
Desde que Ingrid Berman dice aquello de: “Play it, Sam, play As time goes by“, descubrimos qué pasó en París, qué hubo entre Rick e Ilsa, y empezamos a preguntarnos por qué narices Victor Laszlo (el marido), está tan condenadamente tranquilo durante toda la peli, teniendo en cuenta que:
- Lo vigilan los nazis.
- Le han dicho abiertamente que lo van a matar en cualquier momento.
- Si no lo matan, tiene que quedarse indefinidamente en Casablanca porque no tiene un salvoconducto ni pasaporte.
- Su mujer, el tío del bar y el del piano se lo estuvieron pasando a lo grande en París mientras él estaba en un campo de concentración.
Y al final te das cuenta de lo que él, seguramente, ya sabía desde el principio: ¡qué más da!, antes o después, todo eso también pasará, se lo llevará el tiempo.
3. Humphrey Bogart no sería guapo, pero tenía la mejor mirada de “soy un tío legal y te perdono la vida” que he visto nunca.
Además, suelta sin inmutarse algunas frases míticas del cine como esa de “de todos los cafés y locales del mundo, aparece en el mío”. Sólo una pega: su voz. Es uno de esos actores que debieron dar gracias durante toda su vida a la existencia del doblaje.
4. Da una rabia tremenda que los nazis invadan París.
En la película no sale, claro, pero cuando comienza la invasión de París, no puedo evitar acordarme de fotos como ésta.
5. ¿Quién dijo que sólo hay una forma de coger la guitarra?.
Atención a la chica que tocaba la guitarra al final de La Marsellesa. Pues la toca así durante toda la película. Una artista.